Sueños

No podía dormir.
Algunos podrían pensar que era su mala conciencia, el conocimiento de que estaba desoyendo todos los sabios consejos que le habían dado hasta aquel momento y de su desobediencia clara a la respuesta que le habían dado sus padres cuando les enseñó el anuncio.
Porqué todo había empezado al leer aquel anuncio en una de las revistas que devoraba semanalmente.
Pedían gente de su edad, de su altura, de su complexión, peso y medidas, para publicidad.
¡Su sueño! Ser modelo.
Sabía que era guapa, no tan solo por que todos se lo decían, sinó por que tenía ojos en la cara y se miraba mucho al espejo.
Era consciente de poseer lo que se llamaba una “belleza salvaje”.
El conjunto de sus rasgos conferían a su rostro una imagen felina, que ella se encargaba de ensayar y perfeccionar a diario.
Pero los carcas de sus padres ni siquiera se habían planteado permitírselo y la respuesta había sido un taxativo ¡NO!.
Pese a ello había llamado y concertado una cita para que “la vieran”. Eso le habían dicho. Que primero tenían que verla y, si correspondía al perfil que buscaban, hablarían del tema y le dirían lo que necesitaba para empezar: un book de fotos, por ejemplo, le habían dicho que era imprescindible.
Pero su falta de sueño no obedecia tan solo a su preocupación acerca de éste tema, ya se las inventaría para conseguirlo si era preciso,sinó también a leyendas urbanas que le había contado su mejor amiga, acerca de raptos y cosas peores a chicas inocentes que habían contestado a tales anuncios. Incluso las vendían a jeques árabes para sus harenes. Cuando ella le había contestado que eso ya no se hacía, su amiga había insistido en que era práctica habitual entre los muchimillonarios de aquellos paises.
El problema de su amiga era que sabía que ella nunca podría aspirar a algo así, la pobre era feucha y desgarbada como ella sola, además de patosa y algo “rellenita”, dicho fuera para no ser muy crueles.
De todas maneras ella no era tonta y, por si acaso, había dejado una nota en su ordenador explicando donde iba y la dirección.
También se había preocupado de dejar unos cabellos, que se había arrancado de raiz, enredados en su cepillo y epiteliales en todos los sitios imaginables. Era una tontería, estaba segura de ello, pero su amiga había insistido mucho en que lo hiciera, que no en vano ella veia todas las series en las que la policía investigaba un crimen y sabía como identificaban a las víctimas; con el ADN que sacaban de todo aquello que recogían. ¡Epiteliales!. Le había hecho gracia la palabreja. Y solo se trataba de frotar bien las manos contra cualquier superficie que le pudiera arrancar trocitos microscópicos de piel, según le había contado su amiga.
¿Qué se iba a poner? Quizás aquel conjunto nuevo, con los zapatos que tenían un poco de plataforma, así se la vería más estilizada y algo de maquillaje, pero poco, no fueran a pensar que era mayor de lo que era.
Suponía que si la contrataban sus padres aceptarían la realidad. No podían impedirle alcanzar su meta. Su sueño. Ser modelo.

No podía dormir, pero tenía que descansar o le saldrían ojeras y aún no tenía muy claro como disimularlas del todo.
Se dio media vuelta en la cama, buscando una posición relajada.
Se puso a fantasear acerca de su futuro. Sabía que tenía un gran futuro por delante. Sería una modelo de las más cotizadas del mundo y algún director se fijaría en ella y la querría en su película y viajaría, iría a fiestas, conocería a todos los actores esos que tanto le gustaban y saldría con algunos y…
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