El objetivo

El sol se encontraba en su zenit.
La arena ardiente reververaba y sumaba su calor al del astro rey.
El lugar se hallaba plagado de enemigos. Podía verlos, allí, agazapados tras sus parapetos.
Las correas de la mochila se le clavaban en los hombros y las vituallas y demás enseres que acarreaba parecían de plomo.
El objetivo se adivinaba en la lejanía.
Había dado su palabra de conquistar la plaza y él nunca faltaba a su palabra.
Un soplo de brisa alivió momentáneamente su angustia.
¡Animo!, se dijo, ya falta poco para llegar.
Volvió la cabeza para asegurarse que el resto del grupo le seguía.
La consigna era reunirse en el vehículo si se extraviaban, pero solo de pensar en deshacer lo avanzado le ponía los pelos de punta.
Le pareció que un enemigo intentaba atacar la plaza y apretó el paso.
No iba a consentir que nadie la ocupara antes que ellos.
Hizo un último esfuerzo…


Y plantó el asta de la sombrilla en el hueco vacío que había vislumbrado junto a la orilla.
- Papá, eres el mejor – le premió su hija con una sonrisa que valía un universo, dándole un beso en la mejilla.
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1 comentario:

  1. Heroes de fin de semana, heroes de playa; que dan lo mejor de si, entre filetes empanados y tortillas de patata. El único personaje mítológico que aún sobrevive.

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