¿Amor?

Se preguntaba si él la había amado alguna vez.
Ella había bebido los vientos por él, y, al principio, creyó que este sentimiento era recíproco.
Cuando él la presentaba a sus amigos con un simple: -Mi mujer-, ella creía notar en su voz un deje de orgullo que siempre tomó por amor.
Quizás porqué esta era su actitud en las raras ocasiones en que ella debía presentarle a él, también diciendo: -Mi marido-.
Ahora entendía que no era amor.
Que ese orgullo que asomaba en su voz era el mismo con el que decía: -Mi coche-.
Ella era solo una propiedad más, adquirida por obra y gracia de aquel papel firmado por ambos y corroborado por Dios.
Debía haberlo advertido cuando él le decía -Eres mía- mientras le pellizcaba el culo, si pensaba que había mirado a otro hombre.
Al principio le gustaba que estuviera celoso, que pensara que alguien podía arrebatársela, hasta que comprendió que aquello no era amor.
Lo comprendió con el primer pellizco más fuerte de lo habitual.
Lo comprendió cuando aquel pellizco derivó en golpes en los brazos, que la obligaban a llevar manga larga incluso en verano.
Cuando empezó a “tropezar” con todas las puerta de su casa.
Y aunque siempre se aferraba a su torpeza para justificar los moretones, sabía que no engañaba a nadie y menos a su familia.
El día que de sus labios brotó sangre decidió hacer caso a los suyos y dar el paso.
Se fue al día siguiente, solo con lo puesto y su bolso.
Para que él tardara en darse cuenta de que se había ido.
Para retrasar lo inevitable.
Pero él sabía donde encontrarla.

Se preguntó si él la habría amado alguna vez…


Dedicado a todas las que se lo han preguntado.

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